La ciudad que nos unió
N. K. Jemisin

06/05/2025

Sinopsis: «En Manhattan, un joven estudiante de posgrado sale del tren y se da cuenta de que no recuerda quién es, de dónde viene ni su nombre. Pero sí que es capaz de sentir el latir del corazón de la ciudad, ver su historia y percibir su poder.

En el Bronx, la directora lenape de una galería de arte encuentra unos extraños grafitis que adornan toda la ciudad, tan maravillosos y poderosos que se podría decir que la pintura la llama, literalmente.

En Brooklyn, una madre y política descubre que oye las canciones de la ciudad, que resuenan al ritmo de los tacones de sus Louboutin.

Y no son los únicos.

Toda gran ciudad tiene un alma. Algunas son tan antiguas como los mitos, y otras, tan nuevas y destructivas como los niños. Nueva York tiene seis…».

Cubierta de La ciudad que nos unió, de N. K. Jemisin
En esta novela, la ciudad es la auténtica protagonista

Por norma general, suelo escoger mis lecturas con cierto cuidado. A ver, que no es que haga un estudio exhaustivo de cada libro para saber sí voy a leerlo o no, pero sí me gusta echarle antes un vistazo a la sinopsis y decidir en base a ella si encaja en lo que me apetece en ese momento.

Pues bien, ese no es el caso de La ciudad que nos unió, de N. K. Jemisin. La cosa tiene su gracia: salí de caminata, con la música en mis cascos, y a los pocos minutos decidí que me apetecía escuchar un audiolibro. Como no sabía muy bien qué escoger, entré en el buscador de eBiblio y escribí «fantasía». Tras unas primeras opciones que no llamaron mi atención, encontré una que sí lo hizo. Como iba caminando, pensé en darle una oportunidad sin detenerme antes a ver de qué trataba. Y confieso que fue un gran acierto.

Bueno, ya he dicho que La ciudad que nos unió es un libro de fantasía, pero si queremos hilar un poco más fino encajaría en la definición de fantasía urbana. Quizá se aleje un poco de lo que se nos viene a la mente cuando hablamos de este subgénero (Buffy cazavampiros, Cazadores de sombras, Underworld, Sobrenatural, la saga Harry Dresden o La profecía de Thebos), pero es que me atrevería a decir que no hay novela que se ajuste mejor al término fantasía urbana que La ciudad que nos unió. ¿Por qué? Porque la auténtica protagonista no es otra que la ciudad de Nueva York. Y no lo digo en sentido metafórico, como cuando nos referimos a que el escenario es un personaje más.

No, aquí Nueva York alcanza el rango de personaje por méritos propios. Porque lo es. Al igual que sus distritos u otras ciudades que aparecen. Son personas vivas, humanas, pero también son sus avatares, la encarnación de sus calles, parques y plazas, de sus edificios e infraestructuras y, sobre todo, de la gente que los habita. Si algo le pasa a ese avatar (por ejemplo, un brazo roto), la ciudad o el distrito también sufren las consecuencias (por ejemplo, un pequeño terremoto).

Mapa con los distritos de Nueva York
Los diferentes distritos de Nueva York cobran gran importancia, siendo cada uno un personaje

Pero ¿de qué va la novela? Pues del nacimiento de la ciudad de Nueva York. Porque, como reza la sinopsis, las ciudades tienen alma, vida propia. Y toda vida tiene un inicio. Con el nacimiento de la ciudad, la persona (o personas, en este caso) elegida cobra conciencia de que es algo más que un simple ser humano. De esta forma tenemos a Nueva York, Manhattan, Brooklyn, Bronx, Queens y Staten Island. En mayor o menor medida, sean más receptivos ante la situación o más reticentes, todos asumen su nuevo rol.

Claro, todo ser recién nacido es un bocado sabroso para sus depredadores, y con las ciudades no iba a ser menos. Así es como se nos presenta al antagonista, un ente interdimensional al que llaman el Enemigo cuya misión es matar a la ciudad antes de su nacimiento. Básicamente esa es la historia de esta novela, la de un recién nacido que lucha por sobrevivir a la amenaza de su depredador. Aunque contada de forma mucho más interesante y entretenida.

Esa lucha por la supervivencia pura y dura viene vestida también con la lucha social, una batalla entre la multiculturalidad y la diversidad contra la intolerancia y el clasismo. Si hay una ciudad en el mundo que aglutina una gran mezcolanza de gente de diferente procedencia, raza, condición sexual, ideología, etc., esa es Nueva York. Cada uno de sus distritos tiene unas características propias que dependen del tipo de gente que allí vive, así que sus avatares son un reflejo de esa esa multiculturalidad y diversidad. En el bando contrario tenemos al Enemigo, representada por la Mujer de Blanco, que ondea los valores negativos de la xenofobia, el racismo, la homofobia, la gentrificación y el capitalismo más voraz.

«Es algo que todo aquel que haya visitado una ciudad de verdad ha sentido en algún momento. Todas esas gentes del campo que odian las ciudades tienen miedo de algo muy verdadero. Las ciudades son muy diferentes e importantes en nuestro mundo, una rasgadura en el tejido de la realidad, como... puede que como los agujeros negros. Sí. Cuanta más gente llega a las ciudades y deja en ellas su extrañeza para luego marcharse y que su hueco lo ocupen otros, más se expande dicha rasgadura. Poco a poco se vuelve tan profunda que acaba formando una abertura apenas unida con... algo por la hebra más fina de... otro algo. De lo que sea que están hechas las ciudades.».

La ciudad que nos unió

N. K. Jemisin

El libro, además, goza de un toque lovecraftiano al tomar prestadas ciertas ideas del imaginario creado por el famoso autor de Providence. El Enemigo es un híbrido a medio camino entre el halago a la obra de H. P. Lovecraft y la crítica a su personalidad intolerante, además de que se le menciona directamente en un buen puñado de ocasiones.

En cuanto a la lectura en sí misma, creo que debo advertir que mi testimonio puede no ser fiable. Como dije antes, el formato que elegí fue el audiolibro, por lo que es muy probable que la manera de percibirla sea diferente a que si lo hubiera leído en formato escrito. Aun así (o quizá por ello), el estilo me resultó bastante ágil. A pesar de que tiene que mostrarnos la vida de diferentes zonas de la ciudad, de las distintas personalidades de los protagonistas y los distritos, no se lía con farragosas descripciones que entorpezcan el ritmo. Los diálogos también resultan livianos, salvo en las ocasiones en que vienen cargados de explicaciones más dirigidas a los lectores que al interlocutor de la conversación.

Mención aparte merece la terminología inventada para definir muchos de los términos que, de otra forma, no tendrían una palabra que sirviera. Eso sí, aquí creo que también tiene mucho mérito la figura del traductor, tantas veces olvidada y ninguneada.

Trilogía El mar Quebrado, de Joe Abercrombie
Nueva York, la cuna de los rascacielos, podría considerarse la aunténtica capital del mundo

Para ir terminando con la reseña, me gustaría señalar que el libro forma parte de la saga Las grandes ciudades. Me sorprendió mucho descubrirlo porque la novela tiene un final cerrado, pero es la propia autora, en la sección de Agradecimientos, quien dice que se trata de una trilogía. Al buscar información al respecto, otros descubrimientos volvieron a sorprenderme: uno es que la saga finalmente consta de dos libros; el otro, que esa segunda parte, casualmente, salió a la venta en España el mismo día en que comencé a leer (a escuchar) La ciudad que nos unió. ¿Será una simple casualidad o es el universo, que quiere decirme algo?

Como sea, este es un libro al que os recomiendo darle una oportunidad. Yo, desde luego, se la daré a su secuela, así como a otras novelas de la autora. ¡Nos vemos!