El buscador de estrellas
Maeva Nieto Piñero

25/05/2020

Sinopsis: «Hace tres generaciones un pueblo llegó a la República de Marea desde el otro lado del océano. No hablaban ningún idioma conocido, no se parecían a ellos… Aquello no hubiera sido un problema de no ser por una tercera diferencia: hacían magia. El miedo inundó Marea. Poco a poco lograron borrar la identidad de aquella gente, les hicieron olvidar de dónde venían y quienes eran. La historia siguió su rumbo, hasta que llegó la pobreza.

Emile ha recibido la noticia que cambiará su vida. Su equipo de cartografía ha sido seleccionado para participar en la expedición más importante del país, cruzar el océano hasta Trasterre en busca de nuevos recursos. En La Templanza le espera la tarea de diseñar una ruta segura hasta su destino con la única ayuda de los cuentos de Vanja.

Pero esas viejas historias les llevan a mucho más que a Trasterre. Les llevan a tomar decisiones. A ver que lo normal no es siempre lo justo. Y sobre todo a aprender que, a veces, tienes que desviarte del camino para encontrar tu lugar».

Cubierta de El buscador de estrellas
Emile y Vanja, los claros protagonistas de esta historia

El buscador de estrellas nos transporta a un mundo de fantasía que, a pesar de poseer magia, se parece demasiado al nuestro. Y no lo digo por su fisonomía, aunque a mí el país de Marea me recuerda bastante a España; me refiero más bien al comportamiento que tienen sus habitantes, cargados de temores y prejuicios contra todo aquello foráneo, diferente o que se salga de la norma establecida.

Se trata de una novela corta, la primera de Maeva Nieto y publicada por Hela Ediciones, en la que la crítica social es una parte importante, aunque nunca llega a hacer sombra a la historia. No juzga, más bien se limita a señalar algunos asuntos que están tan arraigados en la sociedad que pasan desapercibidos a nuestros ojos.

Ya el prólogo nos pone en situación. Nos cuenta cómo una raza de hombres llegan al continente de Nemo desde mucho más allá de lo que los mapas dicen que existe. Son gente con un aspecto diferente, con la piel de dos colores, lo que hace que se les diferencie bien de los que nativos de Nemo. Puede que ese hubiera sido su único problema de haber llegado a cualquier otra parte del continente, pero sus barcos arribaron a Marea, el único país que no posee magia. Los mareinos, buena gente ellos, acogieron a los extraños (que se quedaron con este nombre), con la única condición de que renunciaran a su pasado, a su memoria, a su cultura y, por supuesto, a la magia. Lejos de integrarlos en la comunidad, los extraños se convirtieron en ciudadanos de segunda, con todo lo que ello conlleva.

El escenario que se nos presenta no es el típico mundo de fantasía. Marea es un país que, al no tener magia, se ha visto obligado a evolucionar tecnológicamente. De esta manera, podemos encontrarnos con motores a vapor que, al menos a mí, me han transportado a un tiempo similar al de finales del siglo XIX o primeros del XX.

La verdad es que pasamos poco tiempo en tierra firme, el necesario para conocer a uno de los protagonistas: Emile, un joven estudiante de geografía y cartografía cargado con todas las inseguridades del mundo. Ya cuando embarcamos a bordo de La Templanza conocemos al segundo personaje principal: Vanja. Aunque ambos comparten protagonismo a lo largo de toda la historia, este tiene una cualidad muy especial: en ningún momento se le asigna un género. Nunca se sabe si es masculino o femenino, ni con cual se identifica, si es que lo hace con uno de ellos. Y lo más importante de todo, a mi modo de ver, es que esa cualidad no influye para nada en el desarrollo. Es un personaje completo, perfectamente dibujado, que cumple con todo lo que se les presupone a los protagonistas.

La mayor parte de la historia se desarrolla en el mar. La Templanza es un barco con la importante misión de trazar una ruta hacia Trasterre, la tierra lejana y desconocida de la que solo se tiene constancia porque de allí llegaron los extraños. En este barco es donde se conocerán los dos protagonistas y comenzarán a generarse los cambios en cada uno de ellos: Emile se dará cuenta de que sus inseguridades solo lo lastran como persona, y Vanja dejará de ser la persona que odia a todos porque todos le odian a él.

El buscador de estrellas es una novela corta porque, a mi parecer, la autora así lo ha querido. Nos ha presentado un mundo muy grande y una situación que da para muchísimo más. Esta misma historia, de haberlo deseado, podría haberse convertido en una saga varios volúmenes gordos. Pero tal y como está luce genial. Es una obra, por decirlo de alguna manera, minimalista. No se entretiene con florituras, con escarceos, con tramas secundarias innecesarias. Se centra en lo que quiere contar, que es la relación entre los dos protagonistas y su crecimiento. El resto, personajes y situaciones (también las hay de acción, que no os engañen mis anteriores palabras), son las herramientas que se usan para llegar hasta el final.

Precisamente eso último es una de las cosas que echo en falta: la profundidad de los personajes. Emile y Vanja son los únicos que están completos. Después hay dos que me parecen a medio dibujar: Aris, la amiga de Vanja, y Johanna Silver (puntazo para este nombre), la capitana de La Templanza. Por último nos encontramos con otros de los que solo tenemos un esbozo: Hortense y Vespasien, los tutores y mentores de Emile; Ona, la contramaestre; el señor Guillory, el político que contrata la expedición. Tal vez no sea necesario conocer más a estos personajes de lo que ya nos muestran de por sí, pero creo que hubieran enriquecido la historia.

A la hora de hablar del estilo usado en la novela, debo confesar que me ha quedado un sabor agridulce (como siempre, esta es una opinión personal, tanto para lo bueno como para lo malo). Empezaré con lo que no me ha gustado. Primero, hay parte de la puntuación que no me convence; hay muchas ocasiones en las que un punto seguido hubiera sido preferible a una coma, que hubieran facilitado la comprensión de muchas oraciones. El segundo, es que hay momentos en que la narración resulta confusa porque mezcla el punto de vista de los personajes.

Ahora llega la parte buena. Creo que Maeva tiene una forma muy bonita de escribir, llena de frases cargadas de sentimiento. Con pocas palabras explica muy bien lo que quiere decir, sin necesidad de un lenguaje complicado ni un estilo enrevesado. Sus descripciones no son sobrecargadas, señalan lo importante y con ello dibujan bastante bien aquello a lo que se refieren. Y los diálogos son bastante creíbles, no resultan forzados en ningún momento.

No quiero dejar de hablar de la edición de la novela. Aquí también he encontrado emociones opuestas, algo que me duele especialmente porque tengo a Hela entre las editoriales que miman mucho aquello en lo que trabajan. En esta ocasión he de confesar que encontré fallos de corrección a lo largo de toda la lectura. No muy graves, pero sí más de los que, en mi opinión, deberían ser permisibles. A este respecto quiero señalar que yo he leído una edición digital, y puede que ya estén subsanados esos errores en versiones posteriores. Desconozco si la edición física peca de lo mismo.

Pero también hay cosas muy buenas que decir de la edición. La maquetación es preciosa. Cada capítulo viene acompañado de una ilustración que representa dos objetos muy importantes para los personajes. Además, después del título del capítulo, nos colocan una palabra relacionada con la geografía, la cartografía y la navegación. Eso sin contar el mapa de Nemo, con sus versión original al principio y la que contiene la ruta al final del libro. Son pequeños detalles, embellecedores, que engrandecen el resultado final. No ocultan los errores, pero sí sirven para ofrecer un resultado visual de sobresaliente.

El buscador de estrellas en un lector digital
Yo disfruté de esta historia en su versión digital

Hasta aquí la reseña de El buscador de estrellas. A pesar de las cosas que no me han gustado, reconozco que la sensación final es bastante positiva, y Maeva es otra autora a la que no perderé la pista.

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